36º - Canícula en Santiago
Hoy tuve fuerzas para salir a caminar por Huérfanos. Voy en busca de un libro. Envidio a Bertoni y su "tuve fuerzas para salir a recoger palitos a la playa...”. Camino en calma. Las dos manos sujetas cuelgan en la espalda. Camino lento. Me quedan días para el descanso..., tienen que llegar, porque hoy valgo 10 pesos menos que el kilo de caca. Vamos en 36º y la música ambiental de la manzana no hace sino aumentar la temperatura. La niña que ofrece juegos de azar suda. También lo hace el señor que lustra zapatos, el que vende diarios, la señora que lleva tres bolsas de la tienda en liquidación, el señor que estira la mano para frenar la puerta del banco que se cierra. Todos sudan. A mi me pasa lo mismo, pero yo camino lento y observo.
El efecto invernadero dicen los que se dedican al tema. Yo pienso en Santiago, capital del departamento piloto. Las plazas con árboles fueron exiliadas. Pienso en la periferia pobre. Pienso en las niñas y los niños con sus sandalias de plástico calientes y blandas, sobre el asfalto caliente y blando de sus barrios. Corren con una llave de cruz para abrir el grifo de la esquina de su calle. La piscina en chorro horizontal. Pienso en el soldador al arco en la punta del edificio, en el vendedor ambulante de las micros, en el paco de guardia en la Moneda. Todos sudan.
Me acuerdo de Spike Lee y su “Haz lo correcto”. Vamos en 36º y me faltan dos cuadras para el libro. El pacto de Kioto dicen los que se dedican al tema. Pienso que necesito zapatos más frescos. Suelto una mano y me seco los párpados,con la otra sacudo la camisa que se ha pegado a mi espalda. Pasa un niño con helado derretido en su mano. Pasa una señora muy gorda, bebiendo agua, lleva una chapita en su solapa que dice “ I Love Herbalife”. Suda. Santiago suda.
Finalmente, llego a la tienda, pido el libro, leo. Entonces me acuerdo de la palabra tiritar.
El efecto invernadero dicen los que se dedican al tema. Yo pienso en Santiago, capital del departamento piloto. Las plazas con árboles fueron exiliadas. Pienso en la periferia pobre. Pienso en las niñas y los niños con sus sandalias de plástico calientes y blandas, sobre el asfalto caliente y blando de sus barrios. Corren con una llave de cruz para abrir el grifo de la esquina de su calle. La piscina en chorro horizontal. Pienso en el soldador al arco en la punta del edificio, en el vendedor ambulante de las micros, en el paco de guardia en la Moneda. Todos sudan.
Me acuerdo de Spike Lee y su “Haz lo correcto”. Vamos en 36º y me faltan dos cuadras para el libro. El pacto de Kioto dicen los que se dedican al tema. Pienso que necesito zapatos más frescos. Suelto una mano y me seco los párpados,con la otra sacudo la camisa que se ha pegado a mi espalda. Pasa un niño con helado derretido en su mano. Pasa una señora muy gorda, bebiendo agua, lleva una chapita en su solapa que dice “ I Love Herbalife”. Suda. Santiago suda.
Finalmente, llego a la tienda, pido el libro, leo. Entonces me acuerdo de la palabra tiritar.