jueves

Las Hojas

“cuando miras
sentimos que el Otoño viene llegando,
viene llegando de tu mirada”*



Pues bien, vuelto al sitio éste, y bajo el sino del parafraseo, he de contarles.

Sucede que, poco antes de llegar el otoño, navegué el lago Ranco a todo vapor. Capitán y tripulante a la vez, fui desde Peñique hasta Illahuapi* reservando letras para el jardín secreto. De sal y de miel la cartografía; un cielo repartido en miles de infinitos cielos, el viento Pwelche susurrando en brisa y la poesía llegó volando, poco antes de llegar el otoño.

Ya saben que nunca fui bueno para las fechas y que, a veces, ausente de toda brújula formal, me pierdo en los desparramos de mis horas. Nunca es por falta de cariño. Ni la lejanía, ni el sutil silencio. Sin duda, algo debo tener en medio del péndulo vital del tiempo, algo tan desajustado como mi termostato. Sumado a lo distraído de mis afectos, ayer caí en la cuenta de que ha llegado el nuevo otoño y no le di la bienvenida. “A cada santo una vela”, diría Parra. Entonces:

Otoño de hojas sueltas, de alma ámbar, de papel amarillento y gris, de hojas rojas por el frío, de rama deslizada por la atávica insistencia del que quiere perdurar. Otoño mío, de voz y caramelo, de árbol alado, otra vez seas bienvenido. Tanto como Brel.





* Poesía: Pablo de Rokha, Epitalamio, en Los Gemidos, 1922
* Lugares: También se les menciona como Penique e Illahuape.
* Música: Jacques Brel, Heureux, en Quand on n'a que l'amour, 1957
* Fotografía: hojas secas. S/A
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