Acuarela
La bóveda de estrellas y su luna ha girado varias veces sobre mi cabeza. La misma que por las mañanas se ha empeñado en empujar al sol para que, como de costumbre y aun cuando no se nos presente a simple vista, despunte en furioso resplandor, la misma que luego, de preferencia al final de las tardes, ido ya el sol, se ha dado a la tarea de cubrir de luminosas iridiscencias el cielo que se afana en volverse oscuro. Supongo que esto ha sido advertido por todos, en esto somos iguales, y que a todos nos resulta con distinto significado, en esto somos diversos. Nada menos alejado del sentido común que esto que señalo, pero no por ello menos atendible en estas notas. Y es que en el transito de la redención he vuelto a mirar las simplezas de las cosas, sutiles y tan simples como esta que les cuento, He vuelto a observar más que nunca, como si el observar me reconstituyera en voz y agua, en piel y aire, en aroma y sal. He vuelto a observar dedicado porque así aprendí a moverme en el mundo, he vuelto a mirar profundo para seguir el camino de mis días.
Sean estas notas puestas a modo de advertencia. Os digo que el pulular de letras que hablaron de mis cuitas se acaba, vuelvo entonces al relato de lo que observo y no del cómo me observo, cosa que siendo legitima y que a más de alguien podría interesarle, no precisa únicamente de esta ventana para dejarse refrescar. Así las cosas, reanudo mi tarea de observar y a modo de acuarela deletrearles este mundo que habito.
Sean estas notas puestas a modo de advertencia. Os digo que el pulular de letras que hablaron de mis cuitas se acaba, vuelvo entonces al relato de lo que observo y no del cómo me observo, cosa que siendo legitima y que a más de alguien podría interesarle, no precisa únicamente de esta ventana para dejarse refrescar. Así las cosas, reanudo mi tarea de observar y a modo de acuarela deletrearles este mundo que habito.