miércoles

La Feria

“En la feria se respira un espíritu de libertad,
de conversación directa y camaradería.
....donde vas a comprar y te preguntan cómo está tu familia”*


Siempre será una aventura; y es que adentrarse en el laberinto de la feria es vestirse de multicolor, es dejarse inundar por aromas de tierra en cosecha, es oír pregones de oficio y tradición, es formar parte del ágora de las mañanas de domingo.

“Lo de menos, quizás, es la venta”, decía un poco recomendable poeta español y supongo no se equivocaba, pues la feria de entonces y la de ahora son mucho más que el simple espacio para el comercio, la transacción o el trueque. Alejada de las plazas principales, derramada por calles e incluso pasajes de múltiples vericuetos, la feria ciertamente es territorio material, pero también es espacio simbólico, “residual de soberanía ciudadana” dirá Salazar.

Si el domingo invita, la feria de mi barrio es un gran paseo. Dan la bienvenida las frutas y verduras del valle, las bolsas se cargan de yapa y se vuelve a firmar el pacto invisible con el casero o la casera. Se apura el tranco y el mercado persa se presenta como un delta estrellado. Desde una carreta con caballos ofrecida para eventos hasta fichas de la salitrera, libros y revistas de anteayer, un vieja tina de baño, una tapa de water y los deshechos de quienes más tienen, que siempre serán una ganga para los que no tienen nada.

No cabe duda, la feria es más que la venta callejera, es un modo de hacer, es la gracia, el aquel, es no preguntarse y volver, volver al ágora, como debe ser.



* Gabriel Salazar, “Ferias Libres: espacio residual de soberanía popular”, 2002

jueves

¡Plus Oultre!

El sábado recién pasado casi me reviento el pulgar de un martillazo y es que soy un perejil en algunos oficios. Sin embargo, no me amilano en el rol de aprendiz de menestral. Así, voy de remendón de mis cuitas, jardinero de mis dilemas, albañil de mi templo interior, remero de mis sueños más queridos y ahora de escribiente, para deletrearles este mundo que habito.

Con todo, aún hay cosas que no se hacer muy bien. A veces, como no me alcanza el saber de la intuición, me voy, me olvido, me distraigo, me elevo alto para buscar nuevos colores y me demoro en el regreso...parezco sólo un conocido, un casi, como si dejase caer los párpados pesados como juicio, pero sepa usted que estoy muy lejos de aquello y que no es por falta de cariño, recuerde que soy olvidadizo, no olvidador.

He vuelto del descanso, aquel tercio sagrado en la regla de la sabiduría, he vuelto y voy con ganas nuevas. Esta es la declaración de mi retorno: ¡Plus Oultre!. Para llegar hasta el mentidero y salar la piel, para recorrer el monte VI que se ubica entre este y oeste y dejar sonrisas a cada paso, para retornar mil veces al poleo en flor, tomar la orientación sur y cosechar paltas en julio. ¡Plus Oultre!, ¡Plus Oultre!

No es mensaje en botella ni nada que se parezca, es simple, abierto y claro. Quien lee sabe que no puede ser de otra manera. Así nada más.
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